La COMPLACENCIA o el arte de conformarse.


Nombré esta palabra por primera vez hace años, pero había caído en mi olvido. Puede ser como consecuencia de ver como esta sociedad cada vez se conformaba más con lo que alcanzaba. Hace unos meses, después de unas semanas de extraordinario trabajo con mis jóvenes pupilas del CV Pinto tuve que volver a pronunciarla. Después de un inesperado triunfo sobre el Colegio Newmann vino el descanso, el conformismo, el ya lo hemos aprendido todo y por lo tanto el querer trabajar a la carta. Entonces aparecieron los SUSTOS Y DISGUSTOS. Les dije que en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la vida no hay momento para confianzas, que cada día hay que esforzarse como el primero y que es una falta de respeto para ellas mismas el pensar “que ya saben todo”.

Empiezo con esta reflexión del mundo del voleibol en el cual pasó “demasiado” tiempo, pero busqué un paralelismo con la vida cotidiana. Estos meses transcurridos y el tiempo de descanso me ha permitido repasar los acontecimientos del curso, tanto a nivel deportivo, como profesional y también familiar. Y aparecen más ejemplos de los que desearíamos.

Recordé las líneas de “La Infrautilización de la Sociedad” y la Complacencia venía al pelo. Pero el gran empujón me lo dio Luis Macho “Adiós a la Alcarria” y sus malditos paseos por esos caminos de La Cumbre. 

El me contaba que había dos frases que odiaba cuando empezaba con un nuevo equipo de trabajo para dirigir un nuevo proyecto. Estas eran:
·         Eso no entra dentro de mis cometidos.
·         Siempre se ha hecho de esta forma.

En la primera, las personas intentamos escurrir el bulto sobre los acontecimientos que nos rodean, sobre las acciones que están sucediendo a nuestro alrededor. La mayoría las ignoran evitando mayores problemas, no trasladando las responsabilidades a los demás, evitando aprender más de lo que necesitan y por lo tanto, evitando la ayudar a compañeros de tu equipo.

La segunda hace más referencia al acomodo ante lo conocido, aquello que manejamos o controlamos. Algo que ya hemos realizado y por lo tanto que tenemos control sobre ello. La eficacia o eficiencia es otra cosa, pero el objetivo lo cumples y eso nos produce SEGURIDAD.

Esa es la palabra que todos buscamos. Esto es debido a que lo desconocido causa en muchos casos un estrés que cuesta un tiempo en desaparecer. Es preferible por tanto aguantar con lo conocido y no avanzar, no arriesgar por miedo a confundirnos.

Las personas alcanzamos un grado de conformismo en cuanto nuestro trabajo soluciona los problemas que se han planteado y olvidamos las posibles mejoras que se pueden desarrollar para solucionar nuevos retos. Evidentemente la eficiencia no entra tampoco dentro de estas prioridades.
Es decir, resolvemos un problema cada vez que se plantea, la teoría de ACCIÓNà REACCIÓN, y no hay que preocuparse por más. No es necesario pensar en que puede suceder más adelante, si el CAOS se apodera de nosotros ya lo solucionaremos, a lo mejor nunca sucede y nos hemos preocupado por nada. A mí me gusta más la teoría de PREVENIR ANTES QUE CURAR, pensando que a lo mejor no hay herida en la vida.

Tanto como entrenador, como profesor y evidentemente como padre no he podido estancarme en los conocimientos que tenía. He ido creando una metodología de trabajo que ha ido evolucionando a lo largo de los años y según las necesidades que generación tras generación han ido necesitando. Pero NO TODOS siguen esa filosofía, y es importante para poder transmitirlas a alumnos, jugadores e hijos.

Cada vez son más las personas que alcanzado un nivel de desarrollo se acomodan sobre las habilidades que tienen. Alumnos que se conforman con unas notas normales cuando pueden sacar mucho más. Jugadores con una evolución normal cuando podrían ser brillantes y sobre todo trabajadores rutinarios cuando podrían aportar soluciones excelentes.

Enseguida me vino a la cabeza una video que recibí de mi alumno Jaime Franco donde hablaba sobre la EXCELENCIA de un alumno de 2º Bachillerato. La COMPLACENCIA no era su “modus operandi” hablaba de por qué sacar un 10 cuando puedes sacar un 9,50. Para qué sacar un 14 en la EBAU si con un 10.55 entrabas a la carrera universitaria que querías.

Él lo explicaba de la siguiente forma (podéis disfrutar del video de Jaime Redondo).


Si tú te conformas con un 9 cuando puedes alcanzar un 10 llegara un momento que tu vida será de 9. Es verdad qe con esfuerzo podrías volver a sacar un 10, pero al cabo del tiempo si te complace dicha nota será ya casi imposible. Lo lograras e contadas ocasiones y por lo tanto tu tope se establecerá definitivamente en el 9. Tu umbral de éxito ha descendido, tu complacencia ha hecho que no seas capaz de alcanzar logros que antes estaban en tus manos, con mucha más facilidad de la que ahora se presenta. Pero lo más importante, la CAPACIDAD FISICO-MENTAL decrecerá y por lo tanto no tendrás la misma exigencia que años atrás.

Ahora piensa que en lugar de un 9 has bajado a un 8 o un 7, el retroceso es mayor, la complacencia se apodera de tu ser con mayor fuerza y por lo tanto volverá conseguir la excelencia es misión cada vez más difícil. Y el éxito se va alejando cada vez más de nosotros.

Optar por tanto siempre al 10 te mantiene en tensión, trabajando a tope, sin desfallecer ene l esfuerzo, con ilusión y pasión como el primer día y por lo tanto la capacidad de sacrificio intacta para poder acometer el mayor de los retos con la mayor de las posibilidades. El éxito estará siempre rondando o cerca de nosotros, y entonces no será una cuestión de SUERTE si no de JUSTICIA. Ganada a pulso, día a día como diría RAMBO.

Mis jóvenes pupilas lo comprendieron, tras dos semanas de entrenos ramplones volvieron a la senda del trabajo. La mejora fue significativa y el juego alcanzo alegrías entre todas. No todo se basa en ganar o perder, hay más variables que hay que mirar y la mejora fue grande para el nivel mostrado a principio de temporada. Cumplimos nuestros objetivos, desarrollamos el juego que queríamos y competimos al nivel que el equipo se merecía. Yo como entrenador tuve que seguir trabajando para hacerlas crecer, incorporando nuevas técnicas que mejoraran sus habilidades. Primero a nivel individual y más tarde a nivel de equipo.

Todas pensaron que la competición acabo demasiado pronto, que si llega a durar un mes más todas podrían haber aportado más al equipo y que el juego hubiera sido todavía más vistoso. El sistema de juego no nos ayudo, pues precisamente durante esas semanas trabajamos ese aspecto y “no supe reconducirlo” . Rectifique todo aquello que pude, pero tácticamente jugamos con déficit. El periodo transitorio nos dio ese último empujón y su EXIGENCIA de final de temporada nos hizo recuperar ese tiempo perdido.

La Complacencia se instauro en el grupo durante un breve periodo de tiempo y resto potencial al grupo, ¿qué hubiera pasado si eso se hubiera instalado durante el resto de la temporada? Pensar en nuestro compañero que siempre quería sacar un 9 antes que 10 o solamente aprobar. Muchos equipos fueron descendiendo su nivel de juego durante la temporada, entrenadores que no fueron capaces de reconducir la inercia de principio de temporada. 

Esta no es una regla matemática. No siempre que te das cuenta de la complacencia de un grupo eres capaz de conseguir cambiar dicha dinámica. Lo importante es intentarlo, tener las armas para poder combatirlo, pensar siempre por delante, aunque luego no puedas hacer nada.

La Complacencia tiene caldo de cultivo en todos los niveles de la vida, no solo en el deporte. Como profesor de secundaria me encuentro con ello todo los días. Alumnos que no traen los deberes, si los traen los han copiado de otros compañeros, sin cuadernos, estudiando horas previas a los exámenes, con esfuerzo mínimo, sin ningún tipo de compromiso con el estudio y por lo tanto muy encaminado hacia el fracaso escolar. Alumnos que cada vez tienen más problemas de concentración hacia el estudio, con una menor capacidad de sacrificio, mayor dificultad ante la memorización y la retentiva. Cada vez que bajas un escalón, la dificultad para subirlo es mayor y llega un momento que te quedas donde estas y nunca más lo subes.

Es típico los alumnos que han tenido un año dificultoso y cuando empiezan septiembre llegan con la intención de mejorar sus prestaciones. Todos dicen que van a empezar desde el principio a estudiar, que este año va a ser distinto, que van a trabajar todos los días, que  van a llevar un agenda del día, y un sinfín de historias que complican la verdadera razón. LA COMPLACENCIA se ha instaurado en su persona, en algunos casos lleva meses sin hacer nada, sin esfuerzo, sin compromiso, y de repente quiere cambiar esa rutina.

Claro que se puede, pero tiene que dejarse ayudar. No se puede comenzar a comer como si nunca hubieras comido, TE INDIGESTAS. Hay que ir poco a poco, pasito a pasito, sin desfallecer en el camino, siguiendo los consejos del profesor, recuperando el tiempo perdido, no queriendo avanzar en un día lo que has perdido en el último año. Teniendo la suficiente constancia para solventar los malos momentos, aquellos donde dudas si es necesario pasar lo que estas pasando, donde te preguntas para que sirva este esfuerzo. 

No es un camino fácil, la buena vida de la COMPLACENCIA te hace ser perezoso y la dificultad  de invertir este camino te hace desfallecer en muchos momentos. Las escusas son tus mejores aliados, ideales para abandonar o desviarte del sendero marcado. Culpar a aquellos que te intentan ayudar es uno de los deportes favoritos, no te motivan, no te prestan atención, no te ayudan lo suficiente, son palabras en boca de alumnos y padres. Pero tenemos que mirarnos a nosotros mismos, sacar lo mejor de nosotros, demostrar que nosotros estamos preparados para llegar a buen puerto.

Es necesario calma, tranquilidad, paciencia, y está claro, ayuda por parte de profesores. Nosotros también tenemos que ser amplios de mentes y ponernos en el lugar de los demás. LA EMPATÍA de la que ya hemos hablado en temas anteriores. Es una simbiosis entre ambos, profesor-alumno, entrenador-jugador. No siempre se cumple y allí llega el fracaso del proceso enseñanza-aprendizaje. Eso y la maldita COMPLACENCIA.

Creo que todos tenemos que estar motivados para no decaer en nuestro esfuerzo diario. Tendremos días de luces y otras de sombras pero en ambos hemos de seguir trabajando con tesón. Apoyándonos en aquellos que nos guían y siguiendo los consejos que nos aportan y evitando las malas tentaciones. Hemos de elegir el camino menos fácil, aquel que más nos incomoda, pero que nos llevará a regalarnos mayores éxitos.

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