Capítulo 12..- Sobre el Arte de ATACAR POR EL FUEGO.
vamos a interpretar de nuevo las
palabras de Sun Tzu.
En las últimas líneas del
capítulo anterior hablábamos de cuando todo sale mal y hay que cambiar el rumbo
del partido. En este punto el fuego va ser aquel juego que el equipo realiza
rozando los límites del reglamento. Se conoce como JUEGO SUCIO.
Todos los entrenadores entrenamos
para que los partidos vayan por los cauces normales de deportividad reflejados
en los reglamentos, pero hay que saber aprovechar ciertos resquicios para
alejarnos de la derrota.
Existen cinco tipos de ataque
mediante el fuego que vamos a utilizar:
- · Quemar personas. Enfrentamientos entre jugadores de ambos equipos tras la consecución de puntos o errores. Aquellos jugadores que celebran en “demasía” cada una de las acciones que suceden en el encuentro, situando en un nivel alto el riesgo de conflictos. No solo entra en juego las sanciones por parte de los árbitros, hay jugadores que se van del partido ante estas situaciones.
- · Quemar suministros. El entrenador pide constantemente a los árbitros infracciones dele quipo rival del tipo dobles, pantalla en el saque, faltas de posición, retenciones, tocadas, etc. Los árbitros están más atentos a las protestas que al juego y eso puede llevar a descentrarlos. En muchos casos consigue puntos más por la insistencia que por la realidad.
- · Quemar equipo. Cuando los entrenadores están más pendientes de su guerra particular que del encuentro. Puede ser con el equipo rival o con su propio equipo. Puede que haya intercambio de mensajes entre los entrenadores o simplemente entrenador-jugador.
- · Quemar almacenes. Transmitir la tensión del partido a la grada. Los padres pueden ser un buen aliado para llevar el encuentro fuera del terreno de juego. Pensamos solo en las protestas que realizan a los árbitros, pero también puede ser el apoyo y calor que se nota con sus canticos, palmas, bombo y un largo etc.
- · Quemar armas. Cuando todo está perdido, “de perdidos al rio” que diría el refrán. Es el momento de arriesgar a muerte con el saque, atacar todos los balones sea como sea, meterse en defensa como si fuera la vida en ello, en definitiva, pensar que todo está perdido y ver qué pasa. Es el momento de arengar a los jugadores y celebrar cada punto como si fuera el último.
Jugar con fuego puede afectar a
los dos equipos, y el no tener un orden claro en la estrategia desarrollar,
hace que estés igual de cerca de la victoria que de la derrota.
Existen partidos que se vuelven
correcalles, que ganas un set de paliza y el siguiente, no sabes por qué, lo
pierdes de igual forma. Se van al quinto set y este es de infarto. Estos
partidos no entran dentro del término jugar con fuego, ya que transcurren en la
mayoría de los casos dentro del orden normal de juego. Algún enfado de los
entrenadores ante la impotencia, pero poco más.
El general suele utilizar dicho
método para sembrar la confusión en el enemigo y poder sembrar la duda que el
juego no establece. Cuando nada sale a tu equipo y el rival está concentrado en
su juego, es el momento de sacarlo de su “zona de confort” y eso es jugar con
fuego.
Como anécdota uno de los CESA de
los últimos años. En uno de los partidos que se disputaba, uno de los equipos
tenía totalmente controlado el partido, ganando el primer set y llevando muy
encarrilado el segundo. Cuando el segundo set se veía casi imposible el
entrenador cambio a los receptores y saco a dos jugadores con un espíritu de
“jugar a fuego”. Empezaron a arriesgar en ataque, protestaban las jugadas, se
encaraban con el contrario, se produjeron confrontaciones en la red, el árbitro
mostró tarjetas, a ambos equipos, etc.
El equipo no consiguió llevarse
el set, pero creo una dinámica que alentada por el entrenador y sumándose el
resto de jugadores del equipo, dio la vuelta al marcador al cabo de cinco set.
De estar fuera del torneo a obtener medalla, esa fue la diferencia.
Hay entrenadores que no quieren
entrar en dicho juego, prefieren seguir con su juego pensando que el estado del
equipo rival pasará de llamas a brasas y se apaciguará. Muchas veces eso no
pasa y cuando reaccionan, el fuego les ha consumido.
Este libro no quiere posicionarse
en lo conveniencia o no de jugar con fuego, solo en saber que existe y cuáles
son las posibilidades que hay. Si creemos, que basar nuestro juego siempre en el
fuego nos debilita y que solo nos puede recompensar si hay victoria. El mérito
entonces puede valorarse de muchas y diversas maneras, y cada cual se arrimará
a lo que más le convenga.
Recordar que no basta con saber
cómo atacar a los demás con fuego, pensar en impedir que los demás te ataquen a
ti.
Por último, como entrador no
debes llevar a la confrontación de tu ejercito por ira o cólera. No puedes
constantemente provocar estallidos de ira por qué el equipo no funciona como
has entrenado, no responde a las instrucciones que les has trasmitido, o no
seguir el plan que has diseñado. Las dosis deben de ser en pequeñas cantidades,
en caso contrario no surtirán el efecto deseado.
Lo mismo ocurre cuando durante
toda la semana clamas venganza por el partido realizado, o contra un equipo que
en la ida te barrio del campo, o ese entrenador al que se la tienes jurada.
La templanza en estos casos juega
un mejor papel. Busca trampas y emboscadas durante el encuentro y aprovecha la
posible confianza que puedan traer hacia nosotros.
Dice un refrán “arrieritos somos
y en el camino nos encontraremos”. Solo hay que esperar y tarde o temprano el
cadáver de tu rival por tu puerta veras pasar. Ese es otro buen refrán.
|
Comentarios
Publicar un comentario